
Ciudad de México.- Este 2 de septiembre, México celebra el Día Nacional del Cacao y el Chocolate, una fecha que reconoce a uno de los alimentos más representativos de nuestra cultura.
Su nombre en griego, Theobroma cacao, significa literalmente “alimento de los dioses”, un título que resume su carácter sagrado desde tiempos prehispánicos y que hoy se confirma gracias a sus múltiples beneficios para la salud.
Diversos estudios científicos han demostrado que el consumo de chocolate oscuro —con un 70% a 80% de cacao— favorece la memoria y la concentración gracias a sus flavonoides y antioxidantes que estimulan la circulación sanguínea en el cerebro y fortalecen las conexiones neuronales. Además, su aporte de teobromina y otros compuestos genera una sensación de bienestar, reduce la tensión y refuerza el sistema inmune. En otras palabras: comer chocolate no solo endulza la vida, también cuida la mente y el cuerpo.
Pero mucho antes de que la ciencia confirmara estos efectos, las civilizaciones mesoamericanas ya sabían del poder del cacao. Para los mayas y aztecas era un alimento sagrado, usado en rituales, valorado como moneda de intercambio y consumido para mejorar el estado de ánimo. No es casualidad que su historia esté ligada tanto a la espiritualidad como al bienestar. El cacao ha sido, durante siglos, un puente entre lo divino, lo humano y lo cotidiano.
Hoy, el chocolate sigue siendo un símbolo cultural de México, una aportación al mundo que se disfruta en barras, bebidas y recetas que nos conectan con la tradición. Sin embargo, detrás de cada taza de chocolate hay una historia de miles de años, de manos que lo cultivan, de saberes que lo transforman y de significados que lo convierten en parte de nuestra identidad.
En el nuevo Museo del Cacao y el Chocolate podrás descubrir más del alimento de los dioses
Esa historia cobra vida en el nuevo Museo del Cacao y el Chocolate, ubicado en el Zócalo de la Ciudad de México, a unos pasos de la Catedral Metropolitana y el Templo Mayor. Más que un museo tradicional, se trata de una experiencia inmersiva donde el visitante se convierte en protagonista: desde pedalear una bicicleta para recolectar cacao hasta batir chocolate con un molinillo o descubrir piezas arqueológicas y utensilios históricos. Cada sala invita a vivir el cacao con los cinco sentidos.
Además, el recinto sorprende con un trasfondo único: durante su construcción, el INAH encontró restos del Huei Tzompantli, un hallazgo arqueológico que conecta este espacio con la memoria viva del México antiguo. Recorrer el museo no solo es aprender sobre el cacao, sino también caminar sobre capas de historia que dialogan con el presente.
Por eso, este Día Nacional del Cacao y el Chocolate es la ocasión perfecta para recordar que el chocolate no es solo un placer, sino un patrimonio vivo que fortalece la memoria, eleva el ánimo y celebra nuestra cultura. Y qué mejor lugar para descubrirlo que en el Museo del Cacao y el Chocolate, donde cada visitante escribe su propia historia con el alimento de los dioses.
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